miércoles, 28 de noviembre de 2007

[Apuntes para el comentario de poemas ]














I


“Blas de Otero y el discurso humano”


Blas de Otero pertenece a esos poetas de posguerra que se desmarcaron del mundo cultural oficial del régimen franquista, dedicado a ensalzar las virtudes “épicas” de la Dictadura o entregado a una suerte de asepsia cultural, olvidadiza y superficial, entorno a la Revista Garcilaso.

Se sitúa entre los que adoptaron una posición estética y vital mucho más comprometida, en ocasiones cercana al comunismo, al “desarraigo” del que habló Dámaso Alonso y a las líneas existenciales heredadas del mundo del 98 y las voces de Jean-Paul Sartre y Albert Camus.

Blas de Otero sigue la estela de poesía impura, social, crítica y muy humana que habían iniciado Dámaso Alonso con su poemario Hijos de la ira, Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso, Miguel Hernández, “epígono del 27”, el chileno Pablo Neruda y el peruano César Vallejo, y que se habría de ver continuada en los libros de Gabriel Celaya o José Hierro.

Cuando en 1955 Blas de Otero publicó Pido la paz y la palabra, ya era autor de referencia en nuestra literatura de la posguerra, gracias a Angel fieramente humano y Redoble de conciencia. En estos dos libros los motivos son trascendentales, religiosos e intimistas. La visión del mundo que ofrece es agónica y desoladora, lo que explica el lenguaje apremiante e imprecatorio de los sonetos y las composiciones en verso libre o versículos.

Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.

En Pido la paz y la palabra los motivos se decantan por lo ético y lo social. Nos encontramos entonces con el poeta en la órbita del “realismo social”. Frente a la literatura minoritaria, elitista y pura, dedica ahora su libro “A la inmensa mayoría”, procurando una decidida rehumanización de la poesía. El hombre en su dimensión colectiva y España como conflicto, la solidaridad con los oprimidos y la denuncia de la injusticia, la reivindicación de la libertad y el anhelo de paz se erigen en preocupaciones centrales de su obra y en razón de su modernidad. La palabra, portadora de esperanza, es la herramienta que puede humanizar al hombre y a la sociedad. La poesía –como quería Celaya- es un arma cargada de futuro.

La misma orientación se observa en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964) e Historias fingidas y verdaderas (1970).


Fidelidad

Creo en el hombre. He visto
espaldas astilladas a trallazos,
almas cegadas avanzando a brincos
(españas a caballo
del dolor y del hambre). Y he creído.

Creo en la paz. He visto
altas estrellas, llameantes ámbitos
amanecientes, incendiando ríos
hondos, caudal humano
hacia otra luz: he visto y he creído.

Creo en ti, patria. Digo
lo que he visto: relámpagos
de rabia, amor en frío, y un cuchillo
chillando, haciéndose pedazos
de pan: aunque hoy hay sólo sombra, he visto
y he creído.

Las ideas que presiden este poema, recogidas en el título “Fidelidad”, nos ofrecen las dimensiones poéticas y humanas en que se mueve Blas de Otero.
1. Creencia, confianza, fe en el hombre y en la paz desde un optimismo que pretende construir un futuro de justicia, igualdad, libertad por encima de las ruinas y la violencia.
2.- Creencia en la patria y en la convivencia común, desde la pluralidad y el diálogo.
3.- Humanismo y humanidad.
Para ello, el poeta escribe en primera persona, testigo directo de los hechos y de sus palabras, mirándose por dentro y mirando el exterior, autoafirmándose en su esperanza: “he visto y he creído”.
Tres son los grandes campos semánticos del poema, isotopías que establecen las líneas maestras del discurso poético del bilbaíno: A.- la creencia en el hombre, la paz, la patria: “Creo… Digo lo que he visto He creído…”; B.- lo relativo al dolor y la violencia: “espaldas astilladas a trallazos”, “almas cegadas”, “relámpagos/ de rabia, amor en frío, y un cuchillo/ chillando”, “aunque hoy hay sólo sombra”…; C.- la luz, metáfora de la paz: “altas estrellas, llameantes ámbitos/ amanecientes… caudal humano/ hacia otra luz”, etc.
Utiliza versos endecasílabos combinados con heptasílabos, enhebrados en una rima asonante en a-o y en i-o, hechos ambos que procuran una especial cohesión al poema. Lo divide en tres estrofas, en una construcción textual analítica y paralelística. El lenguaje oscila entre la denuncia del desgarro, las imágenes líricas de la paz y el tono conversacional.
Es un poema que sólo se puede entender en el contexto de loa España de la posguerra, escindida, astillada y necesitada de paz y palabra. Poema-instrumento de la reconciliación.
Poesía necesaria como el aire que respiras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver si ponéis algo interesante para los alumnos, que esto es muy largo de leer y nosotros no estamos acostumbrados a tanta lectura. Venga Un saludo.

IES BONIFACIO SOTOS dijo...

sólo es un artículo de muestra. en breve empezaremos a publicar material de interés y a proponer vínculos atractivos para todos. gracias.

Anónimo dijo...

bien!!